viernes, 24 de octubre de 2014

Memoria selectiva.

No voy a descubrir nada nuevo diciendo esto, pero sí es cierto que muchas veces, especialmente corriendo por la montaøa, me llama la atención hasta qué punto llega esta memoria.

Bergen es una ciudad rodeada de 7 montaøas. Salgo de casa y tras subir 10 minutos de escalones+ cuestas, ya estoy en plena naturaleza.  Cuando el reloj marca 29 o 30 minutos siempre suelo estar por este laguito  

La foto la eché hace una semana. Hoy no se veía a 5 metros de distancia. Niebla de esas que vas casi mareado. Al llegar a la cima podría haber sido cualquier montaøa, igual Rundemanen, que el Anapurna que el Kilimanjaro, no se veía nadená. 


Sigo subiendo pensando qué senderos voy a coger y  qué vuelta voy a dar, dependiendo del clima y de la disponibilidad de tiempo.  En las rutas que más hago, algunas vueltas circulares de un poco menos de 2h, es donde más noto cómo es mi cuerpo/mis piernas, las que deciden dónde ir. 
Mira que son largas las cuestas arriba, pues hay algunos troncos que sirven de impulso para seguir hacia la misma piedra, y así una y otra vez. Son las mismas piedras, los mismos agujeros a esquivar, los mismos pasos que se repiten automáticamente de un día a otro.

Y ya cuesta abajo esto se ve al límite, en los sitios conocidos,( en los muy conocidos, más aún), yo solamente me tiro hacia abajo, luego ya no sé como me las apaøo que las piernas van a las mismas piedras seguras, al mismo escalón de tierra, a la misma raiz, me agarro en la misma rama, y un largo etc.

No sé, es algo sencillo que no deja de sorprenderme, sobre todo si un día me da por cambiar el sentido de la vuelta, entonces me siento como un pato-mareao. De repente todo se hace más difícil y hay que empezar de cero... No sé si os habrá pasado, supongo que sí... 

Bueno, realmente esta entrada es una excusa para enseøaros las zapas que me he comprado. 
Tras llevar un par de meses con unas adidas de asfalto, llegó el momento de optar por la supervivencia. 
Sus tacos bien valdrían para jugar al fútbol, jeje, pero ojo, tracción, sí., milagros, no. 
Menos mal que iba lento cuando decidí probar su agarre en una pasarela de tablas de madera mojada..., el resultado fueron 6 metros de patinaje artístico y un abrazo nada cariñoso a un árbol, que me salvó de una buena. 

En espera de una buena nevada para ver el agarre en nieve me despido. Que entrenéis mucho!! ;)


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